Sobre mi cabeza hay un lucero, color de acero
En el que todas las tardes bailan los duendes
El cielo se ha marchitado, las nubes ya no tienen forma
Y yo me paseo en silencio
como aquel niño mudo que sin padres llora bajo la lluvia
¡La lluvia! ese terrible llanto
La lluvia me vuelve triste
¡Pero es… una tristeza hermosa!
Duermo bajo un arcoíris monocromático
este que por cada sueño muerto fue perdiendo un color
exploro, intento hallar el tesoro de los duendes
Pero solo encuentro mi vacía imagen y a mi eterna compañera
¡Soledad!