“Ahorca al monstruo que hay en ti...
Y quiere despojarte del niño que sigues siendo”
La poesía acompasa el chirrido de cadenas oxidadas y dispersas.
Ausencias de noches malgastadas, cortezas de vidas extintas.
Besos de muerte maquillada, llantos de cielos sombríos...
de nubes encarceladas.
de nubes encarceladas.
Pasos sobre el silencio,
dolor, dolor… me duele
el lado oculto que hay en mi concierto solitario,
en mi pasado sin caricias, en mis soledades ajenas.
Tantas, tantas veces he gritado,
intentando llenar los vacios de mi esqueleto.
Mi pecho, un desierto
mi espalda. un cementerio,
mi espalda. un cementerio,
infestado por cadáveres melancólicos .
Lágrima momificada que duerme
impoluta, en su sarcófago de pensamiento,
como la mariposa real petrificada en la estantería de algún museo.
Cuerpo de panteón
en el que desea la serpiente un hueso tibio
y el vil cuervo un ojo fresco.