Ya pueden marcharse… lejos de mi conciencia agobiada
por los sueños que fallecen cada noche,
guiados por Caronte al último otro lado,
seguidos por fantasmas de épocas medievales,
acosados por un mar de soledades,
ahogados en un fuego frio que congela los huesos y derrite el espíritu,
asesinos de ilusiones.
Eufemismos de vampiros… ayudantes mediocres de muertes muertas
¡ya no los necesito!
¡ya no los espero!
¡Con mi propia maldad me basta!
¡Con mi propio deseo es suficiente!
Malditos todos, malditos
Inservibles, estorbos huecos, esqueletos sin calcio.
Pasearé mi lengua de navaja por sus blancuzcos cráneos
y tallaré en su centro una cruz esvástica.