Caminar
con ella, se ha convertido
en uno de mis mayores placeres,
mi momento de clímax
es cuando se adelanta coqueta y suave.
mi momento de clímax
es cuando se adelanta coqueta y suave.
Ni
el más hermoso paraje se compara
con
la vista de su contorno
yendo de un lado a otro,
cual
campana invitándome a una eucaristía impía.
Es
una celebración donde todos son verdugos y condenados.
Amo
su cabello,
cuando se mece como el mar
bajo los navíos corsarios;
cuando se mece como el mar
bajo los navíos corsarios;
amo
su cuello de flor, su espalda de cielo,
sus nalgas de seda y llama;
sus nalgas de seda y llama;
y esas dos piernas,
que
me envuelven fogosamente
cuando
esculpimos nuestras pasiones
en el lecho ardiente del deseo.
¡Me
fascinan sus piernas!
Y
les certifico que ni con mi diplomado en piernas,
vi
en ocasión alguna, otras que me parecieran
tan
exquisitas…
con cuánta alegría me entregaría a la muerte,
durante uno de esos abrazos cálidos,
que
me oprimen a su sexo.
Embriagándome
en cada poro,
ausentándome del tiempo y del mundo
para alcanzarla, altiva,
soberbia, libre,
en
la cima de esas dos edificaciones divinas.
Es
una travesía salvaje
en
la que ha gritos enloquecidos
le testifico a todos los seres etéreos e infernales
que
no hay cosa más bella en toda la creación,
que
el ir y venir de ese par de piernas.