Noche en que duele el asfalto,
y marcha el ejercito infernal;
integrado por luciérnagas estáticas
y rostros fúnebres.
Entidades que vilmente ahogan sus
gusanos en azúcar y topacios,
mientras ensombrecen las pasiones con una inyección de veneno y lotos azules.
Repiquetean las campanas,
arrullando los juegos macabros de
una emperatriz impía.
Juegos de muros viejos, ralladuras
espectrales
y chillidos rabiosos que convierten la suciedad
en un espectáculo maníaco, en el que incluso
después de enterrados sufren los huesos.
en un espectáculo
después de enterrados sufren los huesos.
Y sufren,
porque cuando los sonámbulos astros malignos
porque cuando los sonámbulos astros malignos
niegan su luz a los que solo tienen
sueños;
la inocente noche, que solo es
noche,
en una ciudad pérfida y
decadente...
se levanta la falda, se baja las
bragas
y espera afligida y resignada, la
inminente llegada del metro.